La revolución de 1854 en Madrid
El 28 de junio de 1854 el general Leopoldo O´Donnell se pronuncia en la localidad madrileña de Vicálvaro contra el gobierno moderado. Las pretensiones de O´Donnell no son claras y no consigue apoyos. Las tropas fieles al gobierno obligan a O´Donnell a retirarse hacia el sur, donde se reune con el general Serrano.
El verdadero éxito del pronunciamiento no se produce hasta el 7 de julio, cuando los sublevados publican el Manifiesto del Manzanares, redacatado por el joven político moderado Cánovas del Castillo, contrario a la situación de virtual dictadura del ala dura de su partido en que había degenerado la Década moderada. El Manifiesto sacó de dudas a los progresistas sobre las inteciones de los sublevados y finalmente decidieron apoyar lo que entonces llamaron la revolución de 1854, aunque en realidad, como vemos, no fue más que un pronunciamineto. Con la unión de los progresistas, el general Espartero se puso al frente del pronunciamineto, que además contó con el apoyo financiero de importantes sectores de la burguesía capitalista, que desaba un gobierno dispuesto a dinamizar el desarrollo industrial y financiero, como finalmente sucedió durante los dos años siguinetes, el llamado Bienio progresista (1854-1856). Tras la publicación del Manifiesto del Manzanares, a lo largo del mes de julio se fueron sumando al pronunciamiento diversas guarniciones y hubo manifestaciones y revueltas en varias ciudades, en las que se formaron Juntas revolucionarias, hasta que finalmente Isabel II admitió la dimisión del gibierno moderado y llamó a Espartero para que presidiera un nuevo consejo de ministros. El 29 de julio, Espartero y O¨Donnell entraban triunfalmente en Madrid.
MANIFIESTO DEL MANZANARES
Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos el Ejército liberal; el esfuerzo de los soldados que le componen, tan heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes ha sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de la libertad y de las leyes que hemos jurado defender.Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrá sacudido el yugo de los tiranos; el Ejército entero habrá venido a ponerse bajo nuestras banderas, que son las leales; la nación disfrutará los beneficios del régimen representativo, por el cual ha derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha soportado tan costosos sacrificios. Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la victoria.Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación. Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres; las Cortes generales que luego se reúnan; la misma nación, en fin, fijará las bases definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté cumplida.
Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854. El general en jefe del Ejército constitucional, Leopoldo O'Donnell, conde de Lucena.
El Manifiesto recoge los principales puntos del programa progresista, lo que explica la adhesión de éstos al pronunciamiento y su triunfo:
- Llama tiranos a los moderados autoritarios.
- Reconoce que es necesaria la adhesión del Ejército para el triunfo del pronunciamineto.
- Quiere restaurar el régimen representativo, ya que los moderados había llegado a cerrar las Cortes.
- No se cuestiona la monarquía ni a Isabel II, desterrando el temor a una revolución republicana.
- Cuando se refiere a "las leyes funddamnetales, mejorándolas" y "Las Cortes Generales que luego se reunan" será un punto de desacuerdo y polémica en el futuro entre progresistas y la Unión Liberal ya que los primeros interpretaron la necesidad de iniciar un proceso constituyente para redactar una nueva Constitución, que finalmente será la nonnata de 1856 mientras que los segundos pensaban solamente reformar y mejorar la Constitución moderada de 1845.
- El programa progresista se resume en: libertad de imprenta, bajada de impuestos indirectos o consumos, ampliación del sufragio censatario aunque nunca sufragio universal como querían los demácratas, Milicia Nacional.