jueves, 24 de marzo de 2011

La España de Franco en el cine de Berlanga



José Luis García Berlanga ha sido uno de los directores de cine españoles más importantes. Dos de sus películas reflejan con sentido crítico y cómico dos momentos muy concretos de la España de Franco.

BIENVENIDO MISTER MARSHALL

Es una película de 1953, ambientada en los años en que Estados Unidos ayuda a la reconstrucción de los paises europeros tras la Segunda Guerra Mundial. La firma de un convenio defensivo entre España y Estados Unidos supone el reconocimineto internacional de la dictadura y la llegada de inversiones de los Estados Unidos a cambio del uso de bases militares. Los habitantes de un pequeño pueblo español se ilusionan con la llegada de los anmericanos, creyendo que el dinero de éstos podrá hacer cumplir sus deseos y sacar al pueblo de sus atraso. Para agradar a los americanos, los habitantes del pueblo se disfrazan de andaluces y preparan un recibimineto cantando ¡Americanos, os recibimos con alegría! Finalmente, los americanos pasan de largo sin llegar a parar en el pueblo y sin dejar un sólo céntimo.



EL VERDUGO

Es película del año 1963. Ese año será ajusticiado el comunista Julián Grimau provocando la condena internacional del régimen de Franco. La película es toda una lección de humor negro. El verdugo de la Audiencia de Madrid está a punto de jubilarse, por lo que va a aperder el pisito a que tiene derecho por ser funcionario. Para que esto no suceda convence a un joven empleado de una funeraria para que se case con su hija y así herede el oficio de verdugo y el derecho al piso. El joven accede porque ninguna mujer quiere casarse con él debido a su oficio, y lo mismo le sucede a la hija del verdugo que, para no dejarlo escapar y obligarlo al matrimonio, se queda embarazada. Una vez en su puesto de verdugo, el joven funcionario piensa que es improbable que se produxzaca una ejecuión y que disfrutará de la seguridad del sueldo de funcionario y del piso sin trabajar. Sin embargo, en plena luna de miel, dos guardias civiles lo localizan y trasladan a la cércel para que ejecute a un condenado a muerte. El joven verdugo, horrorizado, quiere dimitir aunque eso signifique perder el piso, pero el sugro y la mujer lo convencen para que espere al último momento, pues el reo está enfermo y lo mismo se muere él solo. Finalmente, en una escena memorable, el joven verdugo es llevado a rastras al garrote vil como si fuese el condenado y no el verdugo.