ÍNDICES

domingo, 20 de marzo de 2011

1939-1949 LA POSTGUERRA. Política exterior durante la II Guerra Mundial y comienzos de la Guerra Fría

Desde que terminó la guerra española en abril los pasos de acercamiento al Eje eran evidentes: firma de un tratado de amistad con Alemania, abandono de la Sociedad de Naciones imitando a Alemania e Italia, adhesión al Pacto Antikomitern. Cinco meses después de terminar la Guerra Civil española, el 1 de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia y se inicia la Segunda Guerra Mundial. El apoyo de las potencias fascistas del Eje al bando nacional español parecía indicar una prolongación de la alianza; sin embargo, la España de Franco mantuvo una neutralidad teórica durante la contienda europea a pesar de los primeros éxitos del Eje.
En un primer momento, en septiembre de 1939 el gobierno franquista adoptó el estatuto de neutralidad que cambió al año siguiente por el de no beligerancia. En octubre de 1940, una vez que los alemanes habían invadido Francia, se produjo la famosa entrevista entre Franco y Hitler en Hendaya. Hitler pretendió la entrada activa de España en la guerra pero, en primer lugar hay que admitir que la posibilidad de que realmente Franco no fuera proclive a la intervención ya que España estaba arruinada y necesitaba un periodo de paz para reconstruirse; por otro lado, Hitler no mantuvo demasiado interés en la colaboración española una vez que Franco le manifestó unas pretensiones económicas y militares respecto al Marruecos francés que al líder alemán le parecieron desmesuradas para la capacidad militar española. Tras la entrevista, España mantuvo el estatuto de no beligerancia, lo que suponía no participar directamente en la contienda pero si mantener una postura de colaboración y amistad con el Eje.

El 22 de junio de 1941 la Alemania nazi invadía la URSS, el gran enemigo ideológico del franquismo. Al día siguiente se reunía el Consejo de Ministros español para examinar la nueva fase de la guerra; al mismo tiempo, Falange agitaba la opinión pública para dar un vuelco a la política de no beligerancia y promover la entrada de España en la guerra; el día 24 de junio se produce una manifestación multitudinaria de falangistas en Madrid presidida por Serrano Súñer en la que se expresan consignas contra la URSS y se pide la intervención; desde el balcón principal de la sede del Movimiento, Serrano Súñer, Ministro de Asuntos Exteriores proclama: “Rusia es culpable”, se entiende que de los sucesos que desencadenaron la guerra civil. La actitud española ante la guerra mundial cambió: se mantuvo la no beligerancia con las potencias occidentales pero se participó activamente el la “cruzada internacional contra el comunismo”. La postura oficial del franquismo ante las protestas de los aliados fue peculiar: había dos guerras, una del Eje contra los aliados en la que España era neutral y otra del Eje contra el comunismo en la que España era beligerante. Con tal fin se formó la División Azul, un contingente de 18.000 hombres formado por voluntarios del Ejército y la Milicia de Falange y las peticiones de enganche fueron tantas que se tuvieron que limitar. El general de infantería Agustín Muñoz Grandes fue puesto al frente de la División Azul, que a mediados de julio partió para Alemania, donde recibió instrucción militar y fue integrada en el Ejército Alemán con la denominación de "División Española de Voluntarios nº 250", pero manteniendo mandos españoles y rigiéndose por el Código de Justicia Militar español. En agosto la División Azul fue destinada al frente ruso, a donde se trasladó a píe atravesando Polonia; en un principio a la “operación Tifón” que tenía como objetivo la conquista de Moscú, pero inmediatamente fueron destinados al frente de Leningardo, donde llegaron en octubre de 1941. La misión de la División Azul era enlazar al Ejército alemán con el finlandés y mantener las posiciones avanzadas frente al Ejército Rojo.


En el verano de 1942 España volvió a dar un giro en su postura ante la guerra. Las derrotas de Alemania en África y el frente del Este y la invasión aliada de Italia con el derrocamiento de Mussolini hicieron que el régimen franquista hiciera nuevas declaraciones internacionales de neutralidad y en octubre se repatrió a gran parte de la División Azul que pasó progresivamente a contar sólo con 2000 efectivos tras la vuelta a España de los casados y menores de dieciocho años y pasó a denominarse Legión Española de Voluntarios. Serrano Súñer fue destituido al frente de la política exterior y en su lugar se nombró como Ministro de Asuntos Exteriores al general Jordana. El 12 de diciembre de 1942 el general Muñoz Grandes fue relevado del mando y en su lugar se puso al frente de la Legión de Voluntarios al general Esteban-Infantes hasta que finalmente el cuerpo expedicionario español quedó al mando del coronel García Navarro que permaneció luchando contra los rusos hasta 1944 aunque algunos voluntarios se negaron a volver a España y permanecieron en el ejército alemán hasta la caída de Berlín. Se calcula que en total las bajas de la División Azul alcanzó el número de 4.000 muertos, 8.500 heridos y 326 desaparecidos. El 2 de abril de 1954 regresaron a España los últimos 248 prisioneros que habían sobrevivido a los campos de concentración rusos.[1]


Progresivamente se fue realizando un sutil giro hacia los aliados occidentales que fue mayor a medida que ya en plena guerra crecían las tensiones entre Estados Unidos y la URSS. Ante la opinión pública española, la propaganda franquista supo magnificar la “perspicacia del Caudillo” al mantenerse neutral en la guerra. Por otro lado, la no beligerancia con los occidentales y el anticomunismo demostrado en la participación del frente del Este también pudo ser explotada hábilmente para establecer nuevas alianzas en la época de la Guerra Fría con los Estados Unidos.

Sin embargo, una vez terminada la guerra, los aliados identificaron al régimen franquista como un régimen fascista aliado del Eje. Franco nombró Ministro de Asuntos Exteriores a Martín de Araujo, un representante de la derecha católica que debía lograr un acercamiento de Estados Unidos y el Reino Unido. A pesar de los esfuerzos de Martín de Araujo, en Potsdam los líderes de Estados Unidos, Reino Unido y la URSS vetaron la entrada de España en la recién creada ONU. En febrero de 1946 la Asamblea General de la ONU rechazó formalmente la petición española de entrar en el organismo internacional. En marzo de ese mismo año Estados Unidos, Francia y el Reino Unido firmaron una declaración internacional sugiriendo la retirada de embajadores de España. España quedó internacionalmente aislada y el 6 de junio el Consejo de Seguridad de la ONU declaraba al régimen español como una amenaza potencial para la seguridad internacional.

El régimen intentó cerrar filas en el interior por medio de la exaltación del patriotismo. El 9 de diciembre de 1946 se organizó una gran manifestación popular en la Plaza de Oriente de Madrid para mostrar el apoyo de los españoles a Franco y el rechazo a las supuestas injerencias extranjeras. El aislamiento internacional del régimen convirtió el ideal económico autárquico en una necesidad y sólo la ayuda de la Argentina de Perón materializada en el envío de alimentos alivió un poco la miseria de los españoles. De hecho, Argentina fue el único país que mantuvo a su embajador en España y la visita de Eva Perón en 1947 se convirtió en el único acontecimiento importante de la política exterior española durante esta década. No obstante, los Estados Unidos mantuvieron el suministro de petróleo a España anticipando la tímida apertura hacia a un régimen que a principios de la Guerra Fría ya se consideraba como un aliado potencial frente al comunismo internacional, por lo que a partir de 1948 se fueron incrementando tímidamente las declaraciones de Estados Unidos a favor de cierta apertura de embajadas y de acuerdos comerciales.