La Dictadura ha sido un poder omnímodo y sin límites, que no sólo no ha operado sin ley ni responsabilidad, […] sino que no se ha circunscrito a la órbita de lo público, antes bien ha penetrado en el orden privadísimo brutal y soezmente. […]
No hay punto de la vida española en que la Dictadura no haya puesto su innoble meno de sayón. […]
He tenido que evocar con un mínimum de evidencia lo que la Dictadura fue. Hoy parece un cuento. Yo necesitaba recordar que no es un cuento, sino que fue un hecho.
Y que ha ese hecho responde el régimen con el Gobierno Berenguer, cuya política significa: volvamos tranquilamente a la normalidad por los medios normales; hagamos como si aquí no hubiese pasado nada radicalmente nuevo, sustancialmente anormal.
Eso es todo lo que el régimen puede ofrecer, en este momento tan difícil para Europa entera, a los veinte millones de hombres ya maltraídos de antiguo, después de haberlos vejado, pisoteado, envilecido y esquilmado durante siete años. Y, no obstante, pretende impávido, seguir al frente de los destinos históricos de esos españoles y de esta España. [...] Pero esta vez se ha equivocado. Este es el error Berenguer. [...] El régimen sigue solitario, acordonado como un leproso en lazareto. […]
Y como es irremediablemente un error, somos nosotros, y no el régimen mismo; nosotros, gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que decir a nuestros conciudadanos: ¡Españoles, nuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est monarchia.
No hay punto de la vida española en que la Dictadura no haya puesto su innoble meno de sayón. […]
He tenido que evocar con un mínimum de evidencia lo que la Dictadura fue. Hoy parece un cuento. Yo necesitaba recordar que no es un cuento, sino que fue un hecho.
Y que ha ese hecho responde el régimen con el Gobierno Berenguer, cuya política significa: volvamos tranquilamente a la normalidad por los medios normales; hagamos como si aquí no hubiese pasado nada radicalmente nuevo, sustancialmente anormal.
Eso es todo lo que el régimen puede ofrecer, en este momento tan difícil para Europa entera, a los veinte millones de hombres ya maltraídos de antiguo, después de haberlos vejado, pisoteado, envilecido y esquilmado durante siete años. Y, no obstante, pretende impávido, seguir al frente de los destinos históricos de esos españoles y de esta España. [...] Pero esta vez se ha equivocado. Este es el error Berenguer. [...] El régimen sigue solitario, acordonado como un leproso en lazareto. […]
Y como es irremediablemente un error, somos nosotros, y no el régimen mismo; nosotros, gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que decir a nuestros conciudadanos: ¡Españoles, nuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est monarchia.
Ortega y Gasset
El Sol, Madrid 15-XI-1930