Apuntes, textos, imágenes, ampliaciones para Historia de España de 2º de Bachillerato del profesor Francisco Javier Quintana Álvarez
ÍNDICES
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jueves, 13 de diciembre de 2012
miércoles, 5 de diciembre de 2012
VISTA DE LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN EN 1868
VISTA DESDE EL CASTILLO DE GIBRALTAR Servicio Geográfico del Ejército BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PATRIMONIO BIBLIOGRÁFICO |
martes, 27 de noviembre de 2012
PRONUNCIAMIENTO DE MARTÍNEZ CAMPOS
Pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto el 29-XII-1874 caricatura publicada en la revista satírica La Madeja el 5-II-1875 |
Comunicado del Poder Ejecutivo de la República ante el pronunciamiento
En el momento mismo en que el Jefe del Estado movía el ejército del Norte para librar una batalla decisiva contra las huestes carlistas, utilizando los inmensos sacrificios que el Gobierno ha exigido al país, y que este ha otorgado con tan noble patriotismo, algunas fuerzas del ejército del Centro, capitaneadas por los Generales Martínez Campos y Jovellar, han levantado al frente del enemigo la bandera sediciosa de D. Alfonso de Borbón.
Este hecho incalificable que pretende iniciar una nueva guerra civil, como si no fueran bastantes las calamidades de todo género que pesan sobre la patria, no ha encontrado eco por fortuna ni en los ejércitos del Norte y Cataluña, ni en ninguno de los diversos distritos militares. El Gobierno, que ha apelado en las supremas circunstancias en que la Nación se encuentra en la Península y en América á todos los partidos que blasonan de liberales para ahogar en su comun esfuerzo las aspiraciones del absolutismo, tiene un derecho incuestionable y hasta un deber sagrado de calificar duramente y de castigar con todo rigor dentro de su esfera una rebelion que en su último resultado no podria favorecer si se propagase más que al carlismo y á la demagogia, deshonrándonos además á los ojos del mundo civilizado.
El Ministerio, fiel á sus propositos y leal á los solemnes compromisos que ante el país y Europa tiene contraidos, está hoy más resuelto que nunca á cumplir con su deber, y lo cumplirá.
Gaceta de Madrid
30 de Diciembre de 1874.
EL MANIFIESTO DE SANDHURST
Alfonso XII con 17 años por Carlos Luis de Ribera y Fieve Banco de España (Madrid) |
Con la dictadura republicana del general Serrano el Sexenio Democrático llega a su fin. Suspendidas las constituciones de 1869 y 1873 y cerradas las Cortes, el gobierno de Serrano, formado principalmente por progresistas, se limitó a mantener el orden y a intentar poner fin a la tercera guerra carlista.
Durante el Sexenio el político malagueño Antonio Cánovas del Castillo, antiguo moderado puritano que había participado en el pronunciamiento de 1854 contra los moderados autoritarios redactatando el Manifiesto del Manzanares y que había llegado a ser ministro en los gobiernos de la Unión Liberal de Serrano, fue aglutinando a los sectores liberales monárquicos conservadores en torno a un partido alfonsino que propugnaba el retorno de la dinastía borbónica encabezada por el joven príncipe don Alfonso.
Don Alfonso, era hijo de Isabel II y se había exiliado en Francia junto a su madre siendo un niño de tan solo 11 años. Recibió una educación académica y militar en varios paises y a finales de 1874, ya con 17 años, se encontraba completando sus estudios en la academia militar británica de Sandhurst. Frente a los fracasos de Amadeo I y la I República y el antiliberalismo de los carlistas, los alfonsinos presentaban a don Alfonso como el candidato ideal al trono de España ya que representaba la continuidad histórica de la Monarquía, era un partidario del liberalismo moderado, era un joven príncipe preparado en las mejores academias militares de Europa y no se le podía acusar de ninguno de los males políticos del reinado de su madre Isabel II.
El 1 de diciembre de 1874, don Alfonso de Borbón firmó el Manifiesto de Sandhurst, un texto elaborado por Antonio Cánovas del Castillo en el que se manifestaba la necesidad de restaurar la dinastía borbónica y cuyas ideas principales son:
- El gobiero actual, el de Serrano, se mantiene solo por la fuerza y es ilegítimo ya que tiene su origen en la disolución de las Cortes protagonizada por el general Pavía. También fue ilegítima la República ya que se proclamó por una parte de las Cortes sin que hubiera un proceso constituyente. Ninguno de los sistemas políticos ensayados en el Sexenio, incluida la monarquía de Amadeo I, ha sabido dar respuesta a los prblemas de España.
- Los españoles carecen de garantías constitucionales ya que no hay ninguna constitución vigente.
- Sólo una monarquía constitucional y liberal puede garantizar la reapertura de las Cortes y el imperio de la ley sobre la dictadura militar y sobre el desorden revolucionario.
- Él es el único representante de la dinatía que detenta todos los derechos históricos para ocupar el trono de España y que desde 1833. con su abuela María Cristina y su madre Isabel II, se ha apoyado en las Cortes para gobernar.
- Como príncipe moderno es un liberal convencido. Como español, es un convecido defensor del catolicismo. Así se presenta como una opción moderada y de centro frente a los extremismos, el de los revolucionarios internacionalistas y republicanios y frente a los carlistas ultracatólicos.
- Representa por tanto el sentir de la mayoría de los españoles, tanto los monárquicos moderados como de todos los españoles "de buena fe" independientemente de donde hayan militado anteriormente. Incluso hay una alusión a la clase obrera, a la que promete garantizar sus derechos tanto como como a las "clases elevadas", aunque esta clase obrera nunca se había sentido representada por los aprtidos liberales y tenía ya en esta época su propia representación política y sindical a través de la AIT anarquista y la AIT marxista.
El manifiesto se publicó en la prensa española el 27 de diciembre de 1874. Dos días después, el 29 de diciembre el general Martínez Campos encabezó un pronunciamiento militar en Sagunto proclamando rey de España a Alfonso XII. El gobierno de Serrano no puso ninguna oposición y entregó inmediatamente el poder al partido alfonsino. Cánovas del Castillo asumió la dirección de un ministerio-regencia mientras llegaba el nuevo rey.
MANIFIESTO DE SANDHURST
He recibido de España un gran número
de felicitaciones con motivo de mi cumpleaños, y algunas de compatriotas
nuestros residentes en Francia. Deseo que con todos sea usted intérprete de mi
gratitud y mis opiniones.
Cuantos me
han escrito muestran igual convicción de que sólo el restablecimiento de la
monarquía constitucional puede poner término a la opresión, a la incertidumbre
y a las crueles perturbaciones que experimenta España. Díceme que así lo
reconoce ya la mayoría de nuestros compatriotas, y que antes de mucho estarán
conmigo los de buena fe, sean cuales fueren sus antecedentes políticos,
comprendiendo que no pueda tener exclusiones ni de un monarca nuevo y
desapasionado ni de un régimen que precisamente hoy se impone porque representa
la unión y la paz.
No sé yo
cuándo o cómo, ni siquiera si se ha de realizar esa esperanza. Sólo puedo decir
que nada omitiré para hacerme digno del difícil encargo de restablecer en
nuestra noble nación, al tiempo que la concordia, el orden legal y la libertad
política, si Dios en sus altos designios me la confía.
Por virtud
de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa como
infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico en España.
Arranca este de una legislación secular, confirmada por todos los precedentes
históricos, y está indudablemente unida a todas las instituciones
representativas, que nunca dejaron de funcionar legalmente durante los treinta
y cinco años transcurridos desde que comenzó el reinado de mi madre hasta que,
niño aún, pisé yo con todos los míos el suelo extranjero.
Huérfana
la nación ahora de todo derecho público e indefinidamente privada de sus
libertades, natural es que vuelva los ojos a su acostumbrado derecho constitucional
y a aquellas libres instituciones que ni en 1812 le impidieron defender su
independencia ni acabar en 1840 otra empeñada guerra civil. Debióles, además,
muchos años de progreso constante, de prosperidad, de crédito y aun de alguna
gloria; años que no es fácil borrar del recuerdo cuando tantos son todavía los
que los han conocido.
Por todo
esto, sin duda, lo único que inspira ya confianza en España es una monarquía
hereditaria y representativa, mirándola como irremplazable garantía de sus
derechos e intereses desde las clases obreras hasta las más elevadas.
En el
intretanto, no sólo está hoy por tierra todo lo que en 1868 existía, sino
cuanto se ha pretendido desde entonces crear. Si de hecho se halla abolida la
Constitución de 1845, hállase también abolida la que en 1869 se formó sobre la
base inexistente de la monarquía.
Si una
Junta de senadores y diputados, sin ninguna forma legal constituida, decretó la
república, bien pronto fueron disueltas las únicas Cortes convocadas con el
deliberado intento de plantear aquel régimen por las bayonetas de la guarnición
de Madrid. Todas las cuestiones políticas están así pendientes, y aun
reservadas, por parte de los actuales gobernantes, a la libre decisión del
porvenir.
Afortunadamente
la monarquía hereditaria y constitucional posee en sus principios la necesaria
flexibilidad y cuantas condiciones de acierto hacen falta para que todos los
problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de conformidad
con los votos y la convivencia de la nación.
No hay que
esperar que decida ya nada de plano y arbitrariamente, sin Cortes no
resolvieron los negocios arduos de los príncipes españoles allá en los antiguos
tiempos de la monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla
yo en mi condición presente, y cuando todos los españoles estén ya habituados a
los procedimientos parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan
y concierten las cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre.
Nada deseo
tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de contribuir
poderosamente la dura lección de estos últimos tiempos que, si para nadie puede
ser perdida, todavía lo será menos para las hornadas y laboriosas clases
populares, víctimas de sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.
Cuanto se
está viviendo enseña que las naciones más grandes y prósperas, y donde el
orden, la libertad y la justicia se admiran mejor, son aquellas que respetan
más su propia historia. No impiden esto, en verdad, que atentamente observen y
sigan con seguros pasos la marcha progresiva de la civilización. Quiera, pues,
la Providencia divina que algún día se inspire el pueblo español en tales
ejemplos.
Por mi
parte, debo al infortunio estar en contacto con los hombres y las cosas de la
Europa moderna, y si en ella no alcanza España una posición digna de su
historia, y de consuno independiente y simpática, culpa mía no será ni ahora ni
nunca. Sea la que quiera mi propia suerte ni dejaré de ser buen español ni,
como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo,
verdaderamente liberal.
Suyo,
afmo., Alfonso de Borbón.
Nork-Town
(Sandhurst), 1 de diciembre de 1874
jueves, 4 de octubre de 2012
1810 septiembre 24, APERTURA DE LAS CORTES
Juramento de los diputados en al apertura de las Cortes de Cádiz
Casado de Alisal (1863)
Congreso de los Diputados, Madrid
Cádiz, 24 de septiembre.
Hoy por la mañana en la Real Isla de León se ha dado principio a la celebración de las cortes extraordinarias de todos los reynos y dominios de España. La salva general de los buques de guerra de la bahía y de los baluartes de la plaza ha solemnizado este plausible acontecimiento, que promete las más felices consecuencias para la victoria de la causa de la nación y sólido establecimiento de su independencia y solemnidad.
Gaceta de Madrid, 25 de septiembre de 1812.
Hasta allí, la extensa línea que corría desde Cádiz a Santi Petri, no sólo presentaba un inmenso y formidable campamento en que se observaba la mayor vigilancia, sino que jamás se interrumpía de una y otra parte el fuego de las baterías, puestos avanzados, divisiones volantes, de la fuerza sutil y las escuadras combinadas. Pero este día, desde muy temprano, se observó un silencio general y profundo en ambas líneas, como si estuviese convenida una suspensión de armas, lo que no era así en realidad. [. . .] A las nueve y media de la mañana la regencia, en toda ceremonia, formando cuerpo con los diputados, se dirigió a pie a la iglesia parroquial entre las aclamaciones de ¡Viva la nación! ¡Vivan las cortes! Después de celebrado el oficio divino y prestar juramento los diputados, con el mismo orden se trasladaron al salón. [. . .] Colocada en el trono la regencia, el Obispo de Orense que la presidía pronunció un discurso. [. . .] Concluido este acto, se retiraron los regentes y con ellos los ministros que habían asistido a la ceremonia. [. . .] De este modo quedaron éstas solas, abandonadas a sí mismas, sin dirección, reglamento ni guía alguna, a la vista de un inmenso concurso de espectadores de todas clases que ocupaban los palcos, galerías y demás avenidas del teatro. Un simple recado de escribir con pocos cuadernillos de papel sobre una mesa, a cuya cabecera estaba una silla de brazos y a los lados algunos taburetes, eran todos los preparativos y aparato que se habían dispuesto para que volviesen a abrir sus sesiones [. . .] las cortes generales de una nación célebre por su antigua libertad y privilegios.
Agustín de Argüelles, La reforma constitucional de Cádiz.
CONCEPTO DE SOBERANÍA
EJERCICIO PARA LA PRÓXIMA CLASE (Jueves 13 de octubre):
Compara los encabezamientos de estos dos textos constitucionales y reflexiona sobre el concepto de SOBERANÍA en uno y otro
ESTATUTO DE BAYONA de 1808
En el nombre de Dios Todopoderoso: Don José Napoleón, por la gracia de Dios, Rey de las Españas y de las Indias:
Habiendo oído a la Junta Nacional, congregada en Bayona de orden de nuestro muy caro y muy amado hermano Napoleón, Emperador de los franceses y Rey de Italia, protector de la Confederación del Rhin, etc.
Hemos decretado y decretamos la presente Constitución, para que se guarde como ley fundamental de nuestros Estados y como base del pacto que une a nuestros pueblos con Nos, y a Nos con nuestros pueblos.
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA. PROMULGADA EN
CÁDIZ A 19 DE MARZO DE 1812
Don Fernando VII, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía española, Rey de las Españas, y en su ausencia y cautividad la Regencia del Reino, nombrada por las Cortes generales y extraordinarias, a todos los que las presentes vieren y entendieren, sabed: Que las mismas Cortes han decretado y sancionado la siguiente:
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA
En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad. Las Cortes generales y extraordinarias de la Nación española, bien convencidas, después del más detenido examen y madura deliberación, de que las antiguas leyes fundamentales de esta Monarquía, acompañadas de las oportunas providencias y precauciones, que aseguren de un modo estable y permanente su entero cumplimiento, podrán llenar debidamente el grande objeto de promover la gloria, la prosperidad y el bien de toda la Nación, decretan la siguiente Constitución política para el buen gobierno y recta administración del Estado.
1808 noviembre 28-30. BATALLA DE SOMOSIERRA
JANUARY SUCHODOLSKI
Batalla de Somosierra
(1860)
Museo Narodowe, Varsovia
Días después de derrotar a Castaños en Tudela (23 de noviembre de 1808) Napoleón inicia la marcha hacia Madrid encontrando resistencia de 20.000 españoles mandados por el general don Benito San Juan en el puerto de Somosierra. San Juan ha emplazado cuatro baterías, tres de cuatro cañones y una última de dieciocho, para batir las curvas del camino de ascenso al puerto y a dispuesto a sus hombres atrincherados aunque están mal armados. El general Savary inicia la primera acometida francesa el 28 de noviembre con 4.000 infantes y 1.000 jinetes pero es rechazado. Napoleón decide atacar las batería españolas y el 30 de noviembre por la mañana, amparada en la niebla, inicia el segundo asalto el 1º Regimiento de lanceros polacos de la Guardia Imperial; al alcanzar la primera, los polacos han perdido a su comandante y un tercio de los jinetes, pero el comandante Niegolewsky prosigue el ascenso hasta la segunda batería y las siguientes hasta alcanzar la cima logrando desalojar a los españoles, que se retiran en desorden e indisciplinadamente hasta Segovia; allí Benito San Juan será injustamente condenado a muerte el 7 de diciembre. Los polacos han perdido en esta acción dos tercios de sus efectivos, 60 muertos y 100 heridos. Napoleón tiene abierto el camino hacia Madrid.
1808, 15-22 de julio, BATALLA DE BAILÉN
Tras los sucesos del 2 de mayo en Madrid y las noticias de las abdicaciones de Bayona, se desencadenan una serie de hechos en Andalucía.
El general francés Dupont, acantonado en Toledo, sale el día 24 de mayo hacia Andalucía para asegurar la flota francesa fondeada en Cádiz desde la derrota de Trafalgar. El ejército de Dupont atravesó La Mancha sin oposición de ningún tipo.
En Sevilla, el 26 de mayo se produce el levantamineto de los militares y de la población contra el ayuntamiento presidido por el conde del Águila. Inmediatamente se forma una Junta que se decdlara fiel a Fwernandio VII presidida por don Francisco Saavedra, antiguo Secretario de Hacienda y de Estado, que como primera medidas dispone la movilización y alistamiento general de la población. En los d´ñias siguinetes las juntas de Córdoba y otras localidades andaluzas se ponen bajo la autoridad de la de Sevilla.
En el Campo de Gibraltar, el comandante general del Campo, general Franciscco Javier Castaños, se pone a disposición de la Junta de Sevilla y entabla inmediatamente conversaciones con las autoridades británicas de Gibraltar para sellar lo antes posible un pacto de colaboración militar.
Entre los días 29 y 30 de mayo se subleva Cádiz y la Junta allí formada tomada como primera disposición rendir y apresar la flota francesa fondeada alli desde la batalla de Trafalgar.
Por los mismos días se forman juntas fieles a Fernando VII en Granada, Málaga y la generalidad de las poblaciones de Andalucía.
Mientras tanto, el general francés Dupont continúa su avance hacia Andalucía y a principios de junio de 1808 cruza Despeñaperros. El 6 de junio, la Junta de Sevilla declara formalmente la guerra a Francia. Al día siguinete las tropas que la Junta había desplegado en el puente de Alcolea son arroyadas por los franceses, que avanzan hacia Córdoba, que en los días siguinetes es conquistada y saqueda.
La Junta de Sevilla combra capitán general del ejército al general Castaños, cuya misión es enfrentarse a Duopont y evitar que se asiente en Andalucía. Mientras tanto, entre el 9 y el 14 de julio, las autoridades gaditanas logran apresar definitivamente la flota francesa. Por su parte, la Junta de Sevilla envía embajadores a Inglaterra para afianzar la nueva alianza militar contra Francia.
Las acciones de hostigamineto de la población española sobre la retaguardia francesa en La Mancha hacen temer a Dupont que las comunicaciones con Madrid queden cortadas, decide por tanto no continuar su avance hacia Sevilla y se repliega a Sierra Morena. El 20 de junio entra en Jaén y la saquea. Desde Madrid, el general Savary, ordena a Dupont replegarse y concentarse con otars tropas en la capital debido a que las tropas francesas han fracasado en su intento de conquistar Valencia y se teme una contraofensiva española. Sin embargo, Dupont desobedece y permanece en Sierra Morena.
El 11 de julio Castaño reune a sus generales en Porcuna y celebra un consejo de guerra para decidir como atacar a Dupont. Se decide una maniobra envolvente, avanzar hacia el Guadalquivir y allí dividir las fuerza. El general Reding deberá pasar el río por Mengíbar para dirigirse a Bailén apoyado por el general Coupigny y cortar la retirada al ejército francés. Por su parte, Castaños, con el grueso del ejército, cruzará el río entre Andújar y Villanueva para atacar de frente a Dupont.
El 15 de julio se producen las primeras escaramuzas. Reding y Coupigny encontraron excesiva facilidad para cruzar el Guadalquivir por Mengibar ya el el general francés vedel cometió la imprudencia de retirarse. Dupont, que intantaba evitar el enfrentamiento con las tropas de Castaños intentó retirarse pero se vió rodeado inesperadamente entre los dos cuerpos de ejército españoles. El 19 de julio Dupont se vió obligado a rendirse. Vedel intentó acudior en su auxilio el día 22 pero los generales epañoles amenazaron con pasar a cuchillo a los prisioneros si persistía en su intento y no reconocía la rendición.
Tras el fracaso de los franceses en Valencia y la derrota de Bailén, José I tuvo que abandonar Madrid ante el temor a un avance español. La batalla de Bailén fue la primera derrota en campo abierto de un ejército de Napoléon, tuvo gran repercusión en Europa y animó a los ingleses a intervenir directamente en la guerra de la Peninsula obligando a los franceses a abandonar Portugal en agosto de 1808, con lo que se derrun¡mbaba todo el proyecto de Napoleón de aislar a los británicos en sus islas.
EL 3 DE MAYO DE 1808
Los Fusilamientos del monte de ¡l Príncipe Pío
o
El tres de mayo de 1808 en Madrid
pintado por Francisco de Goya en 1814, Museo del Prado
ORDEN DEL 2 DE MAYO FIRMADA POR EL GENERAL MURAT
Orden del día:
Soldados: mal aconsejado el populacho de Madrid, se ha levantado y a cometido asesinatos. Bien sé que los españoles que merecen el nombre de tales han lamentado tamaños desórdenes, y estoy muy distante de confundir con ellos a unos miserables que sólo respiran robos y delitos. Pero la sangre francesa vertida clama venganza. Por lo tanto mando lo siguiente:
Art. 1. Esta noche convocará el General Grouchy la comisión militar.
Art. 2. Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas.
Art. 3. LA Junta de Gobierno va a mandar desarmar a los vecinos de Madrid. Todos los moradores de la corte, que pasado el tiempo prescrito para la ejecución de esta resolución, anden con armas, o las conserven en su casa sin licencia especial, serán arcabuceados.
Art. 4. Todo corrillo que pase de ocho personas, se reputará reunión de sediciosos y se disparará a fusilazos.
Art. 5. Toda villa o aldea donde sea asesinado un francés será incendiada.
Art. 6. Los amos responderán de sus criados, los empresarios de fábricas de sus oficiales, los padres de sus hijos y los prelados de conventos de sus religiosos.
Art. 7. Los autores de libelos impresos o manuscritos que provoquen a la sedición, los que los distribuyeren o vendieren, se reputarán agentes de la Inglaterra, y como tales serán pasados por las armas.
Dado en nuestro cuartel general de Madrid, a 2 de mayo de 1808.
Joaquín. Por mandato de S.A.I. y R., el Jefe de Estado Mayor General: Belliard.
Gaceta de Madrid, 6 de mayo de 1808
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2 de MAYO de 1808 en MADRID
Murat para revista a sus tropas todos los domingos en un desfile público desde la calle de Alcalá hasta el Paseo del Prado. Los madrileños se sienten ofendidos y ya el domingo 1 de mayo manifestarán su disgusto silbando al gran duque de Berg y a su Estado Mayor al atravesar la Puerta del Sol, dirigiéndoles insultos, injurias y burlas. El descontento popular contra los franceses crece. El plan de Napoleón consistía en no dejar en España ningún miembro de la Famila Real para crear un vacío de poder y entregar la corona a un miembro de su propia familia. El presidente de la Junta de Gobierno, el infante don Antonio, recibió una carta de Carlos IV con la orden de que la reina de Etruria con sus hijos y el infante don Francisco de Paula, que tenía trece años, partieran hacia Bayona; el resto de miembros de la Junta trataron de resistirse pero Murat se impuso; la salida de los infantes debía verificarse la mañana del 2 de mayo de 1808. La noticia se conoce pronto en Madrid y los ciudadanos se agolpan desde primeras horas de la mañana en las inmediaciones del Palacio Real, impidiendo a los soldados franceses el traslado de los infantes de la familia real.
EL DOS DE MAYO POR UN TESTIGO PRESENCIAL
El día dos de mayo, llegando yo a las caballerizas de V. M. a las nueve de la mañana, cuando S. M. la reina de Etruria entraba ya por la calle del Tesoro, por más que quise correr, no pude llegar a verla y desconsolado de que se la llevasen, entré en Palacio por la Puerta del Príncipe, cuando me sorprendí al encontrar con el coche que había de llevar a S. A. El infante D. Francisco; y fue tal el acaloramiento que me dio que dije Car.. Traición... que se nos han llevado al rey, y se nos quieren llevar todas las personas reales; mueran, mueran los franceses; y nos fuimos gritando hacia el cuarto de S. A. El Sr. Infante D. Antonio repitiendo: que no salgan los infantes.
Este es el intermedio en que salió el Infante D. Francisco descolorido como un papel; subí con todos hasta su cuarto dándole vivas, y aclamaciones, repitiéndole que no saliese y S. A. Tuvo la bondad de salir a su balcón, y le repetimos vivas, y que no se fuese.
A estas novedades vino a Palacio un Edecán de Murat acompañado de un Velite; y al vernos, exalté mi voz cual trompeta del juicio: matarlos... matarlos; y que no entre en Palacio ningún francés, como en efecto no entraron, pero desenvainaron los sables, y un hijo del General Cupini Oficial de Rs. Guardias Walonas, se los hizo envainar, y les liberó la vida, y viniendo con 20 soldados de la Guardia de Murat para llevárselos, se verificó.
En este momento Ofarril salió a la puerta de Palacio llamada del Príncipe como tres pasos de ella, y dándome un pechugón, dijo márchense estos insurgentes a sus casas, pues no necesitamos de ellos, a que le contesté, que él, y otros pícaros nos perdían; y se le hizo retirar más que de paso.
Siguiendo un Francés de la guardia Marina por la calle Nueva hacia la plaza de Palacio, sospeché que llevaba parte a alguno de sus cuarteles, corrí tras él, seguido de muchos, pero al emparejar con la esquina del cuartel de Rs. Guardias Walonas en Palacio, salió el mismo oficial Cupini al encuentro, le quitó el sable y le metió en dicho cuartel.
Alcanzé a ver otro Francés que iba a su cuartel de S. Nicolás, corrí hacia él, y con el garrote que llevaba en la mano le dí tales golpes en la cabeza que cayó atontado, y hallándose junto a mí un voluntario del 1º de Aragón, le pasó de parte a parte con un sablecillo corto que llevaba, y quedó muerto en la rinconada del sillero de V. M. y Escuela que había en frente de S. Juan.
Este es el instante en que salió tropa Francesa del Cuartel de S. Nicolás haciendo fuego y animando a todos mis paisanos, los llevé a armarse al Parque de Artillería, que tan dichosamente V. M. me había enseñado, y tomando armas ayudamos a los inmortales Daoíz y Velarde, avisados muy de antemano por nosotros del riesgo, que corríamos; por lo que en un instante prepararon la artillería; y ví morir al ínclito Velarde. Y ésta es la sencilla exposición del día dos de mayo que V. M. desea saber. Madrid, 16 de septiembre de 1816.
Firmado: José Blas Molina Soriano
Enterado Murat de la turbamulta, envía al Palacio un batallón con 2 cañones ligeros de campaña, que sin intimidación previa realiza una descarga de fusilería sobre la muchedumbre que, histérica, huye de la plaza de armas, dispersándose por todo Madrid. Muchos madrileños se van congregando en la Puerta del Sol portando sables, trabucos, navajas o escopetas de caza, enfrentándose a los soldados francesas que encuentran.
Las autoridades españolas y la mayor parte del Ejército se mantienen al margen del motín temerosas de que la situación degenerara en un auténtico desorden social; además, el Ejército español sólo cuenta con 3.000 efectivos frente a los 35.000 con que cuenta Murat Sin embargo, algunas autoridades no aceptaron la situación y el secretario del Almirantazgo don Juan Pérez Villamil sugirió al alcalde de Móstoles que movilizara a la población, declarara la guerra a los franceses y acudiera en socorro de Madrid el mismo día 2 de mayo, ejemplo que siguieron otras autoridades locales y también hubo levantamientos contra los franceses en algunas capitales portuguesas como Oporto.
Ante la ausencia de soldados españoles y la carencia de armas, algunos grupos de espontáneos acuden al Parque de Artillería del Palacio de Monteleón a armarse. Su guarnición, de 70 soldados, comienza a repartir armas a los ciudadanos exaltados; que tienen tiempo de posicionar tres cañones antes de que acudan los franceses. Murat cursa órdenes a todos los acuartelamientos de reprimir la insurrección de forma tajante. Los franceses aparecen por las calles de Alcalá, Carrera de San Jerónimo, Toledo, Mayor, Ancha de San Bernardo, Fuencarral y Montera, convergiendo en la Puerta del Sol y otros puntos estratégicos de la villa, como el Paseo del Prado. La infantería francesa forma líneas en las calles, barriendo al gentío o ahuyentándolo con descargas cerradas de fusilería y cañonazos de metralla. Los jinetes mamelucos y polacos entran por las bocacalles y cargan contra los madrileños, dispersándolos. Finalmente, los franceses acuden al Palacio de Monteleón donde se han hecho fuertes los capitanes de artillería Daoiz, Velarde y el teniente Ruiz, que resisten hasta la muerte.
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Imagen 1, La carga de los mamelucos o El Dos de Mayo en Madrid, pintado por Goya en 1814
Imágen 2, Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, pintado por Sorolla en 1884
martes, 27 de marzo de 2012
jueves, 2 de febrero de 2012
miércoles, 1 de febrero de 2012
MANIFIESTO DE ALFONSO XIII el 14 de ABRIL DE 1931
Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez,
pero sé que nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin
malicia.
Soy el Rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forjeceo contra las que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fraticida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósitos acumulados por la Historia de cuya custodia me han de pedir un día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia colectiva. Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real reconociéndola como única señora de sus destinos.
También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el amor
de la Patria. Pido a dios que también como yo lo sientan y lo cumplan
todos los españoles.
Alfonso, Rey, 14 de abril de 1931.
La Vanguardia, Barcelona, 17-IV-1931 |
viernes, 27 de enero de 2012
ASAMBLEA NACIONAL CONSULTIVA (1927)
REAL DECRETO de 12 de Septiembre de 1927
por el que se crea la Asamblea Nacional Consultiva
Señor: Para V. M. que sigue con solícita y constante atención las palpitaciones del vivir nacional y a quien el gobierno procura tener informado de sus ideas y propósitos casi desde el momento mismo de concebirlos, no constituye novedad completa el proyecto de decreto-ley que el Consejo de Ministros somete por mi conducto a la aprobación Real. A los pocos meses de gobernar el Directorio ya surgió en su seno la idea de convocar una gran Asamblea, de dar vida a un órgano de información, controversia y asesoramiento de carácter general que colaborara con el Gobierno en la ardua obra que sobre él pesaba. Acaso fue razón para el diferimiento de esta idea que el tamaño de las dificultades que ofrecía entonces encauzar la vida nacional, herencia recibida en plena quiebra, aconsejaba la mayor, la casi exclusiva actuación del Poder ejecutivo.
Las circunstancias han cambiado. La gobernación del país no presenta hoy más problema que los normales en cualquier otro, y éstos se desenvuelven en un ambiente de depurada ciudadanía, confianza de opinión y disciplina social que permite escrutar el porvenir con optimismo. Más que la obra de saneamiento, en gran parte realizada, es ahora precisa la de reconstituir y metodizar la vida nacional, para mejor recoger los frutos que deben esperarse de sus propias iniciativas ciudadanas.
La consideración de este estado de cosas, ya contrastada al vencer el año tercero de actuación de la Dictadura decidió al Gobierno a buscar refuerzo y confirmación a su pensamiento con la celebración de un plebiscito que reveló un estado de opinión mucho más fuerte, definido y ardoroso que todo lo imaginado antes de la decisión de contrastarlo. No ignora el Gobierno en qué grado y con qué recursos se intentó hacer el vacío alrededor de ese suceso de alto valor histórico; pero sabe con certeza que muy cerca de ocho millones de españoles, de ellos buena parte ausentes del país, pertenecientes a grandes sectores sociales que vivían la mansa rebeldía de la inhibición, se movilizaron con entusiasmo a los fines del llamamiento que les requirió, en el que era básico primordial el de convocar una gran Asamblea nacional de carácter general en la forma que el Gobierno, que con el plebiscito recibió amplísimo voto de confianza popular, estimara oportuno proponer a V. M. que con su aprobación si el proyecto la merece, es quien en definitiva ha de dar vida al propósito que sólo el patriotismo inspira, pues otros sentimientos menos elevados nos llevarían a la convocatoria de unas Cortes al uso antiguo, que sin esfuerzo, o empleando los deplorables recursos electorales que han formado su tradición, nos darían una enorme y dócil mayoría, dispuesta a votar cuanto quisiéramos, si lo que quisiéramos fuera la ficción de un voto de indemnidad y aun de gracias para una labor de que nos enorgullecemos, que el pueblo ha recompensado tantas veces con sus aclamaciones y a que V. M. se ha dignado dar día por día su Real aprobación. Pero este camino, que desde luego desechamos, sería propicio a la provocación de inconvenientes agitaciones, al resurgimiento de ambiciones y al revivir, aunque ya con vida precaria, del funesto caciquismo. Cualquier arbitrio que no fuera éste, que por lo visto ni por abominable y fracasado ha perdido para los rutinarios su valor legal, dejaría siempre insatisfechos a los que nacieron y vivieron en una atmósfera política de efectos tan estupefacientes que, aletargando la condición natural de honorabilidad e inteligencia de los hombres, los esclavizó sumisos al uso de las drogas que los producían.
No es, Señor, este momento de fundada esperanza en la salvación nacional el de transigir con los enfermos ni el de legislar para los casos morbosos, aunque la privación del tóxico exacerbe en ellos enfermedad, fenómeno terapéutico que no ofrece gran novedad; es el de preocuparse de los sanos, y aun de los convalecientes, y dar en pro de ellos brava, decidida, pero reflexivamente, como lo pide y merece un pueblo como España, un paso en el camino que ha de conducirle a poder dirigir sus propios destinos por medios y procedimientos menos absurdos y fracasados que de los que ha venido disponiendo hasta ahora y pusieron en peligro la propia esencia de su vida. La gobernación de un pueblo es acción y es realidad que no pueden sujetarse a doctrinarismos.
Pues bien, Señor, la Asamblea Nacional que se proyecta es ese paso y la iniciación de ese camino. No ha de ser el Parlamento, no legislará, no compartirá soberanías; pero por encargo del Gobierno y áun por iniciativas propias, colaborará en su obra con carácter e independencia garantizadas por su origen, por su composición y por sus fueros, y, mientras interviene la actualidad, preparará amplia labor que someter en su día a la aprobación del órgano que la suceda, que por fuerza ha de tener carácter legislativo: la primera función, vívida y palpitante; la segunda, académica y sosegada. Además, por delegación gubernativa, inspeccionará actuaciones, servicios y funciones con elevada autoridad y carácter efectivo y enjuiciará gestiones y, con prudente restricción, podrá recabar del Gobierno el conocimiento de sus propósitos, actos y orientaciones.
Tres grandes núcleos se propone a V. M. que integren la Asamblea. El uno de representantes del Estado, las provincias y los municipios, que son las tres grandes ruedas integrantes de la vida nacional, cuyos respectivos intereses pueden alguna vez ser antagónicos y sus movimientos divergentes y precisa engranarlas y hacerlas convergentes en su esfuerzo. El otro, de representación de actividad, clases y valores, que por mencionados en el texto del proyecto de decreto-ley que a V. M. se somete, parece innecesario fundamentar la razón de su señalamiento. Y el tercero, designado por las Uniones Patrióticas y como representación de la gran masa apolítica ciudadana que respondió al llamamiento del Directorio en momentos de incertidumbre e inquietud y luego al del Gobierno, aportando una labor de desinterés y ejemplaridad a veces tratada de combatir con el ridículo y aun en otras con persecuciones y sobre la cual tanto como sobre el mismo Gobierno, recayó el esplendente voto popular del plebiscito. Sería notoria injusticia y cobarde claudicación ante la crítica negativa, que no habrá de fallar en ningún caso, ni para ninguna solución, prescindir de los que con su ejemplo y con su predicación tanto han contribuido al saneamiento y dignificación social, dejando de recoger su voz y privándose de su colaboración en la más importante misión que la dictadura ha realizado: la de despertar, educar y movilizar la ciudadanía a lo que las Uniones Patrióticas vienen contribuyendo tan eficazmente.
En suma, Señor, esta Asamblea Nacional de intereses generales, en que se podrá contrastar por la controversia el ajuste o la pugna de unos con otros, sustituirá a las muchas asambleas parciales que vienen celebrándose, y en todo caso constituirá un organismo vivo integrado por escogidos ciudadanos, aptos para hacer oír su voz y su consejo en difíciles momentos nacionales, que todo Gobierno debe tener previstos. Tales misiones requieren rodearlas de la mayor autoridad y prestigio, y a tal fin se incluyen en el articulado del Real decreto-ley que a la aprobación de V. M. se somete normas y preceptos que se los garanticen.
Y como parece innecesario decir más para la ilustración de V. M. y la de la opinión pública, el Gobierno, por mi conducto, somete a la aprobación de V. M. el adjunto proyecto de Real decreto-ley.
CHAVES NOGALES Y LA DEFENSA DE MADRID
MANUEL CHÁVEZ NOGALES. Nació en Sevilla en 1897 en el seno de una familia dedicada al periodismo, su tío materno José Nogales dirigía el diario El Liberal. Durante las déscadas de 1920 y 1930 se convirtió en uno de los más prestigiosos periodostas de la prensa nacional y viajó por Europa realizando reportajes y libros sobre la Rusia comunista y la Alemania nazi en la que advertía del peligro que suponía para las democracias occidentales verse acorraladas entre ambas opciones totalitarias. Políticamente fue un republicano convencido y partidario de Manuel Azaña. Su idea de la República era la de un estado liberal burgués y democrático abierto al progreso social y a la integración de las masas obreras. Al estallar la Guerra Civil se mantuvo fiel a la República pero denunció el peligro de una revolución bolchevique o anarquista. Cuando en el invierno de 1936 las tropas sublevadas de Franco se presentaron a las puertas de Madrid huyó rumbo a Valencia con el Gobierno. Sin embargo, se mantuvo informado de lo que pasaba en la capital y un año después, en 1937, publicó en la prensa mexicana y británica una serie de reportajes que sumados forman una pequeña novela titulada Los secretos de la defensa de Madrid que relata la defensa de Madrid por la población madrileña ante el ataque de las tropas de Franco en el invierno de 1936-1937 y como el general Miaja logra detener el ataque al mismo tiempo que salva a Madrid de caer en manos de las hordas revolucionarias. En definitiva, los que hace Chaves Nogales es reivindicar el papel de los demócratas liberales republicanos, lo que se ha llamado la "tercera España" frente a la amenaza totalitaria del fascismo y el comunismo. Durante la Guerra Civil se exilió a Paría y posteriomente a Londres para huyendo de la invasión nazi. Trabajó para la BBC hasta que murió en Londres en 1944.
miércoles, 25 de enero de 2012
13 DE SEPTIEMBRE DE 1923, MANIFIESTO DE PRIMO DE RIVERA
Al país y al Ejército
“Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la política, de los que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. Con frecuencia parece pedir que gobiernen los que ellos dicen no dejan gobernar, aludiendo a los que han sido su único, aunque débil freno, y llevaron a las leyes y costumbres la poca ética sana, el tenue tinte moral y equidad que aún tiene, pero en la realidad se avienen fáciles y contentos al turno y al reparto, y entre ellos mismos designan la sucesión.
“Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas, que, sin poner remedio a nada, dañan tanto y más la disciplina que esta recia y viril a que nos lancemos por España y por el rey.
“Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar, los días buenos para que la Patria preparamos. ¡Españoles! ¡Viva España y viva el rey!
“No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano le manda e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernantes, agentes de autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos, depreciación de moneda, francachela de millones de gastos reservados, sospechosa política arancelaria por la tendencia, y más porque quien la maneja hace alarde de descocada inmoralidad, rastreras intrigas políticas tomando por pretexto la tragedia de Marruecos, incertidumbre ante este gravísimo problema nacional, indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo; precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista impiedad e incultura, justicia influida por la política, descarada propaganda separatista, pasiones tendenciosas alrededor del problema de las responsabilidades, y..., por último, seamos justos, un solo tanto a favor del Gobierno, de cuya savia vive hace meses, merced a la inagotable bondad del pueblo español, una débil e incompleta persecución al vicio del juego.
Barcelona, 13 de septiembre de 1923. Miguel Primo de Rivera.